Ingeniocity of an experimentalist
Ingeniocity of an Experimentalist: Ricardo Benaim
By Abdel Hernández San Juan
En la escena de las artes plásticas venezolanas un artista resalta por la peculiaridad de sus incursiones, Ricardo Benaim, tanto por sus pinturas y obra plástica individual como por el modo en que ha hecho de su taller y estudio un espacio para la creación de iniciativas propiciadoras en la promoción del trabajo a artistas de su propia generación y a los más jóvenes. Benaim es uno de esos artistas plásticos que trabajan simultáneamente en varias obras, si bien, cuando se trata de una invitación, desarrolla una serie y la concluye, lo usual en su estilo es llevar varias piezas en proceso, estas permanecen en distintos espacios en su amplio taller en Altamira, desde telas en mediano y gran formato que expone a extensos e interesantes procesos de transformación y curtido físico, procesos de lluvia, oxidación, químicos e incluso el uso mismo colocadas en el habitad de su studio, hasta obras integradas por fragmentos en los que prevalece el delimitar como subcuadros dentro de cada pieza como un todo, fragmentos escogidos en esos procesos de experimentación plástica sobre telas y maderas.
Algunas de sus piezas surgen de la expresión directa con el pincel sobre la tela, pero el más pródigo lado en sus pinturas viene de telas que recicla luego de exponerlas a procesos naturales, químicos o de uso, y el trabajo posterior de ir plásticamente experimentando con nuevos materiales sobre aquellos resultados espontáneos, seleccionando fragmentos con los cuales, que tomados como pequeños universos, compone sus piezas finales. Si bien la idea de ir haciendo pinturas y obras en base a cosas que se van dando en el proceso, contemplación receptiva de los resultados y dejar que participen en la estética final el azar o lo aleatorio, no es algo nuevo en pintura, ha caracterizado el tipo de ímpetu del informalismo en la posvanguardia, lo que llama la atención, además de las peculiaridades de sus telas y fragmentos ordenados, es como su experimentalismo ha devenido en estilo de vida, tanto en el ir haciendo de sus piezas y exposiciones propias, como de experiencias a las que invita a otros artistas.
Las telas de Ricardo tienen personalidad. Dado el acentuado experimentalismo de tipo más puramente relacionado a los materiales que propiamente metafísico, lo que da valor y significado a sus trabajos es que forman parte de extensos procesos de búsquedas, telas que requieren tiempo para ser contempladas y observadas, no para ser percibidas en cuatro o cinco recorridos de la mirada. Benaim es uno de esos artistas ingeniosos que siempre encuentran respuestas distintas y curiosas a los diferentes asuntos que se le van planteando, sus obras, tanto aquellas consistentes en pigmentos sobre tela o madera, como aquellas basadas en fragmentos compuestos, resultan interesantes por la curiosidad e ingeniocidad que suscitan en el espectador; los modos siempre distintos en que resuelve la experimentalidad que se le va planteando. Y es en este sentido también curioso cómo ha llevado sus aprendizajes sobre ese modo de pintar hacia otro tipo de incursiones. Pienso en sus obras utensilios, mesas, sillas, elementos del hogar algunas de las cuales también las hace en series para regalarlas en unos casos y para venderlas en otros.
El es un buen ejemplo del artista plástico en la postvanguardia, artista en la creación de su propia obra, productor de su obra y promotor de la obra de otros. Mientras realiza muestras que resultan de sus extensas experimentaciones, también crea piezas para ambientes comerciales desarrollando, como parte de su visión integral, una perspectiva autogestionaria, es decir, lo más autónoma que puede cada año, haciendo también de marchan y mecenas de su propio trabajo plástico, me refiero al mercado del arte. Aunque algunas galerías promueven su trabajo como facilitadoras y representantes comerciales, Benaim crea formas inventivas para estimular la venta utilizando sus ganancias, además de sus fines privados y estilo de vida, para hacer posible el tipo de trabajo promocional que realiza. Y esto lo peculiariza hacia el arte y hacia el mercado a nivel de valores, el ha sabido hacer del mercado de su estética, un proceso que le ayuda y propicia, y no una fuerza sin dirección que le arrastra en la mercantilización y alienación a que se ven llevados no pocos cuando asumen el mercado en las artes plásticas.
No voy a referirme a muestras sobre las cuales he publicado textos para catálogos, la prensa y otras publicaciones organizadas por este plástico venezolano, sino a su creación de iniciativas realizadas sobre nuevos medios. Un caso es su libro para veinticinco artistas venezolanos, experiencia que el suscita varias veces al año invitando a veinticinco artistas venezolanos luego de definir un tema para cada ocasión, la “naturaleza muerta”, “la ecología”, “el hombre”, etc. Cada artista propone individualmente su página, libro que posteriormente, uniendo las veinticinco propuestas, Benaim encuaderna y reproduce. Desde respuestas sobrias y convencionales, tomar la página como es y tratar sobre ella texto e imagen en una relación usual, hasta dar vueltas boca arriba al libro para escuchar cómo suenan las semillas naturales de un lado al otro en una página, raspar con el dedo y oler, por mencionar ejemplos entre esos que invitan a la interacción del espectador. Su labor como artista es creativa desarrollando cada año nuevas respuestas a los problemas que se le van planteando, desde exposiciones de artistas plásticos venezolanos hechas para un almanaque, hasta para una agenda y afiches, entre otras tantas cosas. El concepto de fragmentos es preciso para aquellos que quieran comprender el trabajo plástico de Benaim, algunos entre estos fragmentos se relacionan entre sí, otros van a parar a propuestas que no tienen que ver unas con otras, pero el concepto mismo, en su riqueza ecológica y creativa, está presente en el modo en que son estéticamente sus piezas. Un experimentalista ingenioso.
Abdel Hernández San Juan, Caracas, Venezuela
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