Melancólico images

 



Imágenes melancólicos de la ciudaf

Por Abdel Hernández San Juan



  La obra plástica de la artista de origen judío venezolanizada Lihie Talmor presenta un caso fascinante dentro del concierto de perspectivas que ofrece hoy la plástica venezolana, esa metrópolis única en riqueza natural, nivel de actualidad en la globalización y específicidad que es la ciudad de Caracas. Si en 1994 escribí unas primeras palabras sobre su trabajo plástico que titulé “Ni Adentro, ni afuera”, fue porque las obras presentadas eran a la vez bidimensionales y tridimensionales, planas y volumétricas; parecían lo mismo perspectivas desde el espacio interno que desde su contraparte, el espacio externo. 

  Colocadas sobre la pared unas y sobre el piso otras, estas eran formas irregulares confeccionadas en metal las cuales conformaban figuras creativas en el espacio. Las líneas que hacían las estructuras geometrizantes de estas piezas eran uniones entre líneas y puntos que formaban su tridimensionalidad, eran marcos y bastidores hechos en metal unidos en sus extremos en tal forma que anulaban unos y otros el carácter de marcos o cuadros para obtener entre ellos suigeneris artefactos. 

  Los espectadores estaban así lo mismo frente a espacios internos, es decir, alusivos al espacio interior del hogar, doméstico, relacionados a memorias tales como esas que se ubican en retratos de familia, que a elegantes formas exteriores alusivas a superficies y objetos que se suelen ver y experimentar sensorialmente en la ciudad y su espacio urbano. Unidos estos anulados marcos, unas veces por su simple fusión material o mediante el uso de elementos tales como bisagras, podían leerse estas piezas lo mismo como adentros que como afueras, en un sentido eran evocaciones de cosas que usualmente uno puede ver en la ciudad, revestidos a su vez por impresiones en grabado y fotografías trabajadas en tonos nostálgicos y melancólicos.  

  En aquella muestra el espectador estaba ante un ambiente que, en su generalidad, me comunicó esta idea que desarrollé teóricamente en aquel ensayo. Frente suyo en la pared frontal del fondo podían contemplar una pieza en grandes dimensiones, rectángulo de metal la cual sugería un cuadro bidimensional subdividido a su vez en varios cuadrados mediante líneas contorneadas, cada uno de los cuales en su contenido tramaba motivos urbanos, centros respectivos con pequeños grabados y fotografías de detalles. Los espectadores a su vez caminaban en algunas partes de aquella muestra sobre una gran plancha de metal plana y acostada que devenía gradualmente desde el nivel mismo del suelo hacia conformar una cierta altura, escuchando los sórdidos sonidos alusivos a tipo de acústicas que puede uno sentir eventualmente mientras camina por la ciudad de Caracas, se trataba de esas formas volumétricas entendibles como los “ni adentro, ni afueras” a que aludía antes remitidos desde otras paredes por obras que exploraban esas formas, pero hacia el espacio. 

  

 Las obras de Lihie no sólo consisten en estos hermosos artefactos poéticos que bien podrían mostrarse en espacios internos, galerías, museos de arte, tanto como en espacios externos, jardines en universidades o museos, sino también en una intensa producción de fotografías y grabados semejantes a aquellas que integró como planos en sus formas tridimensionales, alusivas a tipo imágenes citadinas, visiones desde cerca a superficies urbanas, la texturalidad de una pared a media altura, los efectos sobre esta del transcurrir del tiempo, sus memorias, los tipos de tapas a diferentes modalidades de objetos, placas viejas con nombres de calles, tapas de desagües antiguos y tipos de letras grabadas en metal que pueden leerse, bisagras, sujetadores, fragmentos de ventanas, puertas, imágenes todas que por medio de los efectos poéticos del grabado y la fotografía dan a sus obras una relación al tiempo. 

 Esta poetización entre el adentro y el afuera está relacionada en Lihie con la sensibilidad, es un modo de llamar nuestra atención sobre las formas en que, por un lado, como individuos urbanos que somos propiamente citadinos y ciudadanos, cuando llegamos a nuestros hogares los espacios internos del habitad, la casa con sus diferentes espacios y habitaciones, la habitación de dormir con sus mesas de noche y sus lámparas dirigidas para la lectura, con sus cómodas para la colocación de objetos del cuerpo y fotografías, sus salas y sus recibidores, se llenan de nuestra propia estética citadina, mientras en sentido inverso, también cada cual vive una experiencia propia de la ciudad, recorridos que se hacen propios, lugares que se vuelven afectivos por sus referencias, bien sea porque siempre transitamos por ellos, bien porque los vemos desde un café en el que solemos sentarnos a determinadas horas a tomar un café, la pared llena de plantas que siempre vemos, la casa vieja aportalada de la calle tal que siempre observamos por su belleza, entre otras referencias que se van volviendo espacios en la memoria, recuerdos, la percepción misma de la ciudad en la sensibilidad del artista ofrece una mirada que mira hacia esta como si fueran también los espacios internos del hogar, los espacios afectivos. 

 Las obras de Lihie reúnen algo en su estética de esta sensibilidad. Son en sí mismas, en tanto formas tridimensionales, objetos que sintetizan el espacio interno en su forma espiritual, relativo a la memoria individual, afectivo tanto como corporal, lugares queridos, espacios recordados, objetos coleccionados, albunes fotográficos, etc, y las formas como la sensibilidad urbana está presente en las estéticas del hogar, referencias a la ciudad devenida memoria tanto para el espacio interno espiritual, como para las representaciones del espacio externo, citadino. No siempre la literalización de estas cosas capta la riqueza que ahondamos cuando desde la teoría simplemente las filosofamos, el ensayo que escribí en 1994 es un desarrollo teórico sobre lo aludido antes, pero la descripción de las obras puede en ocasiones favorecer ambas cosas, la comprensión de la teoría profunda y abstracta según los datos sensibles que reporta la descripción y, a la inversa, la comprensión pormenorizada de las obras. 

 Pero la descripción de las obras según su fisicalidad, el cómo son, puede también devenir en vulgarización, tanto de los problemas abstractos de la teoría como del nivel de sofisticación que en el plano perceptivo puedan las obras mismas sugerir, entendiendo por vulgarización el empobrecimiento de los contenidos, las formas en que estos, con tal de ser comunicados, pierden su riqueza. La preponderancia a una estética de la melancolía insistente en la fascinación por aspectos relacionados al tiempo que Lihie epitomiza en el arte venezolano, israelí y global, es una característica recurrente en estéticas contemporáneas hoy. Hay una fascinación por el objeto afectivo, el objeto reliquia, ese que coleccionado o recolectado, por su irrepetibilidad o por su serialidad, inventariado para ser clasificado o transformado en estética para ser mostrado, remite a las formas en que el individuo se ve a sí mismo en el tiempo, la melancolía que pueden suscitar imágenes alusivas a cosas que en otro momento vivimos, o simplemente, alejados desde una perspectiva actual, formas en que el individuo se ve a sí mismo en imágenes de diferentes épocas, momentos o vivencias que fueron y ya no están, objetos e imágenes que poetizan. 

 La poesía de estos efectos no remite siempre a experiencias que fueron vividas en otras épocas, pueden en ocasiones poetizar cosas simples en la vida cotidiana, el sentimiento de estar en este mundo vuelto una emoción sublime, la intensificación del sentido del transcurso del tiempo universal del planeta ante la singularidad de nuestras vidas individuales, la emoción que puede despertar la contemplación del paisaje, o simplemente cuando uno ve a sus hijos correr jugando cuando los lleva a la naturaleza, todas estas cosas en ocasiones aparentemente nimias e intrascendentes por su inmediatez y modestia, pueden despertar intensas emociones y llenarse de una melancolía que ya no alude a la añoranza. Yo considero que las obras plásticas de Lihie Talmor reúnen, como pocas, un buen balance de todas estas cosas. 

 

Abdel Hernández San Juan, Caracas, Venezuela

Comentarios

Entradas más populares de este blog

An scriptural reading